«Nota de prensa»:

 

Roberto González Pérez nació el 20 de octubre de 1922. Tenía 91 años. La mayor parte de ellos la ha dedicado a su emblemático bar Revellón, que toma su nombre de la calle que lo acoge desde 1877 en la Puebla Vieja de Laredo. Lo fundaron sus progenitores Higinio González y Rosa Pérez. Roberto, que pese a su avanzada edad, no deja de acudir ni un solo día al negocio que ahora regenta la tercera generación: su hija Rosa, con su marido, Blas Arisqueta, asegura que a los quince años empezó a trabajar de forma continuada. Y en lugar de jubilarse al llegar a los 65, se mantuvo tras el mostrador muchos años más.

Con sus padres jubilados, Roberto se hizo cargo del negocio junto a su mujer, Asunción Gascón, justo después de casarse. Y ahí estuvieron decenas de años manteniendo el bar como hasta ahora, según su hija, gracias a la clientela del pueblo.

Un bar que conoció la época buena de Laredo, la de los franceses y madrileños que abarrotaban el reducido local durante el verano. Para Rosa, «nuestro éxito es mantener la calidad de siempre». Lo hacen con su especialidad en mariscos y, mayoritariamente, con las rabas y las almejas, como productos más demandados. Según Rosa, a las almejas les da un toque especial y, lógicamente, secreto, siguiendo la receta que aprendió de su madre.

Pese a la crisis, «seguimos trabajando bien, gracias a la fidelidad de nuestra clientela», dice Rosa. A la oferta del bar Revellón se le han añadido nuevas propuestas de picoteo con cazuelitas de callos, morros y ensaladas, entre otros productos. Y es que el Revellón siempre tuvo mucha clientela. Roberto recuerda como antaño la gente venía al bar y cargaba con todo para llevárselo para meriendas o cenas a las romerías de Santa Ana o Santa Cecilia. Ahora, los tiempos han cambiado, pero, según Rosa, manteniendo precios y la oferta de siempre junto al picoteo, «tenemos más clientela». Rosa y Blas llevan dieciocho años al frente del comercio, ella en la cocina y él en la barra. Rosa asegura que la peculiar y estrecha calle, antaño, paso obligado para todas los vehículos que iban o venían de Bilbao, sigue manteniendo casi las mismas tiendas de siempre.